Convencí a una dentista de dejar de usar flúor en su casa…
Te cuento cómo, y quizás más importante, por qué.
Pero antes me gustaría saber algo:
¿Eres de los que todavía cree que “la ciencia” sólo se hace en laboratorios de alto presupuesto?
¿Crees que esto siempre ha sido así?
Te voy a dar algunos ejemplos:
Galvani, el precursor de la batería, era médico y trabajó como tal hasta sus últimos días.
Mendel, quien estableció las bases de la genética moderna, era sacerdote; al igual que Copérnico y Roger Bacon antes que él.
Lavoisier, precursor de la química moderna, trabajaba en el equivalente al servicio de impuestos de Francia del siglo XVIII
Y Einstein publicó sus trabajos más influyentes mientras trabajaba en una oficina de patentes en Suiza.
Todos tienen en común poder evaluar un problema desde una nueva perspectiva, y al mismo tiempo atreverse—en realidad jugar constantemente—a experimentar con sus ideas.
Este es el principio que avanza la sociedad, el conocimiento y la verdad: el de los ciudadanos científicos.
La Corrupción de las Instituciones
Es una verdad bíblica que toda institución humana es susceptible de corrupción.
Esto ocurre por nuestro instinto a querer orden.
Cuando vemos que algo funciona, tenemos la tendencia a tratar de imitarlo.
Para imitarlo tenemos que deconstruirlo en sus partes fundamentales, y establecer el orden en que interactúan.
En términos ingenieriles funciona perfectamente, sin embargo, muchas veces se trata de formas de vida que no son fácilmente imitables.
Por ejemplo, la empresa científica se formuló bajo los principios de la observación empírica.
Esto viene de la antigua tradición Árabe, y posteriormente de los Griegos, sin embargo eso no significa que nuestros antepasados no usaban los mismos principios para sus tecnologías.
—Aprender a cazar también requiere observación, experimentación y corrección.
Lo que se hizo posteriormente fue masificar un método para que cualquiera pueda hacerlo.
De ahí en más se fueron estableciendo escuelas e instituciones que tratan de juntar a grandes mentes en un lugar, permitiendo que quienes estén interesados puedan aprender de ellos y contribuir al crecimiento del área.
Esto puede ayudar a incrementar el conocimiento, pero también lo hace susceptible de estancarse en un paradigma.
La concentración del conocimiento tiende a generar cajas de resonancia, donde todos están aparentemente discutiendo, pero en el fondo de acuerdo.
Estas instituciones logran alguna invención importante, por lo tanto tienden a acumular dinero, en especial de fondos estatales—fondos que son más lentos en corregir que los fondos privados—lo que propicia una mentalidad de suma cero, por lo tanto los que suben es a costa de los que bajan.
Para escalar se debe estar de acuerdo con el paradigma predominante, y por lo tanto disminuyen las posibilidades de pensamiento divergente.
Así, quienes componen la institución deben preocuparse de juegos políticos por sobre explorar su curiosidad, y poco a poco la institución pierde su rumbo.
Entran a jugar los conflictos de interés, y de ser un emblema de investigación se convierte en un estandarte de la corrupción.
Es simple, pero a la vez complejo de identificar, y más aún de combatir.
Debatiendo Dentistas
Volviendo a la historia principal…
Todo comenzó con una inocente pregunta: cuál es tu opinión como dentista sobre el xilitol.
Su respuesta se enfocó más en ser un azúcar que no genera caries, pero que si se consume en exceso va a generar problemas gastrointestinales—Punto que no había considerado en mayor medida, pero es obvio si uno entiende cómo funciona—
Tuve que recalibrar.
“Me refiero a usarla como substituto al flúor” dije
Su respuesta inicial fue bastante chistosa: “Tengo una amiga que se volvió medio loca y usa lentes rojos—yo también tengo unos—y dejó de usar flúor”
Me reí por dentro y le dije que yo estaba un poco en lo mismo.
“En mi opinión el flúor es veneno” le dije, y procedí a explicar de la mejor forma lo que he aprendido al respecto.
Lo primero que siempre trato de hacerle ver a la persona es que entiendo su razón de utilizarlo: el flúor en el agua puede disminuir en alrededor de un 15-30% las caries en los niños.
En adultos la pasta de dientes con flúor puede lograr algo similar.
Es decir que si ibas a tener 7 caries pero usas flúor, ahora tendrías 5 o 6.
Establecido esto, lo que viene es hacerla ver los riesgos que esto trae: el 90% del flúor que se ingiere se absorbe (pasa a la sangre), de ese porcentaje un 50-60% se fija en los huesos, el resto se elimina por el riñón.
Hasta acá nada especial…
¿Pero, qué pasa cuando analizamos el potencial de daño del flúor?
Todos los estudios in vitro demuestran daño a concentraciones de alrededor de 50-100 partes por millón (ppm).
La concentración en el agua es de 0,6 a 1,5 ppm.
Muy lejos del rango de riesgo, ¿verdad?
El problema está en los huesos.
En realidad es la solución del cuerpo, pero ante un consumo desatado se convierte en el problema.
Como el flúor es tóxico para todo lo que toca (incluyendo cerebro, riñón, hueso, etc) el cuerpo lo aísla lo antes posible.
Para eso lo “encarcela” en el hueso, en lo que se conoce como “reacción a cuerpo extraño”.
Construye una cárcel de hueso alrededor del flúor.
Esto hace que aumente la densidad ósea, pero de un hueso de mala calidad como describí en este Newsletter.
(Le mostré este paper que data de 1990 y me dijo ¿cómo es que se sabía hace tanto tiempo y todavía se usa? Me encogí de hombros como respuesta)
El flúor se va acumulando, superando por mucho la concentración tóxica necesaria; y conforme el hueso va llenándose de flúor, éste va generando daño en los tejidos cercanos.
Pero también se escapa de la cárcel para ir a circular por el cuerpo, generando daño en otros órganos.
Un verdadero psicópata químico.
Si eso lo comparamos con el modesto beneficio que confiere en la dentadura de los niños, parece obvio que el análisis de riesgo y beneficio está equivocado.
Más aún, cuando vemos que hasta un 48% de los niños presentan fluorosis clínica (daño en los dientes por flúor); hay extensa correlación entre el flúor y menores niveles de coeficiente intelectual en niños; puede llevar a otras enfermedades neurodegenerativas en la adultez; la acumulación y daño en la tiroides es evidente; existen alternativas para manejar las caries con efectividad similar al flúor y sin los efectos adversos; y por sobre todas las cosas, no es un compuesto al que naturalmente nos habríamos expuesto en esta cantidad; parece obvio que no deberíamos usarlo…
Finalmente, la pobre terminó hablando con su “amiga loca” para pedirle consejos sobre qué pasta de dientes usar para su hija, y a mí preguntándome qué filtro de agua debería poner en su casa.
Esta anécdota me confirmó lo que sospechaba, que nadie—incluso en las profesiones que se supone deben estudiar en profundidad estos temas—lee realmente la evidencia, más bien repite lo que le enseñan, y luego lee alguno que otro abstract para confirmar sus propios sesgos.
Un sistema donde siempre estás apretado de tiempo, y donde la evaluación está dada por pruebas estandarizadas te lleva necesariamente a aprender de memoria lo que el profesor quiere que contestes, más allá de verificar si es verdad o no.
Esa es la razón de fondo por la que está corrupto el sistema educativo, no se presta para pensar, se presta para repetir.
Cuando hay un grupo de personas que cree que ha encontrado una verdad “absoluta” y esa verdad la han institucionalizado, la única solución es que cada individuo se convierta en su propio experimento.
Ser un ciudadano pensante, alguien que cuestiona, que no se deja cegar por lo primero que le venden, que ve más allá de las fachadas.
Que se interesa por algo y expande su mente para entenderlo y descubrir las verdades que se mantienen ocultas.
La única solución a la corrupción es el ciudadano científico.
“The only way to deal with an unfree world is to become so absolutely free that your very existence is an act of rebellion.” Albert Camus
Experimento
Convérsalo con tu dentista, y plantéale la duda… ¿Cuál es mi riesgo real de caries si es que no uso flúor? ¿Sirve el flúor en el agua para un adulto?
Si no le gusta la pregunta o no sabe responderte quizás vale la pena buscar otro.
Busquen en conjunto alguna pasta de dientes que no tenga flúor.
—Quizás muéstrale este Newsletter, es posible que nunca se lo haya cuestionado—
Recomiendo alguna que tenga hidroxiapatita o xilitol.
Hay recetas caseras también, pero hay que tener más cuidado con esas, es buena idea asesorarse con alguien que sepa.
Por último, si no quieres dejar el flúor en la pasta de diente, podrías probar enjuagándote muy bien la boca al terminar con agua filtrada con una pizca de bicarbonato.
Evitar tragarse ese 25% de flúor suena como una buena idea.
Si eres dentista y te gustaría conversar el tema escríbeme a dr.jrichardc@gmail.com o déjame un comentario acá, feliz de discutirlo y aprender algo.
Prueba y me cuentas cómo te va.
Te deseo suerte en tu camino,
Javier Richard